Washington, 28 may (PL) LeBron James volvió a rozar el triple-doble al guiar a Cleveland Cavaliers al triunfo 87-79 sobre el Boston Celtics, para jugar su octava final consecutiva en la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA).
Si alguien aún dudaba de la grandeza de LeBron, el «Rey» garantizó muchas razones para recapacitar: 35 puntos, 15 rebotes, nueve asistencias, otra gran tapa a Terry Rozier y 48 minutos de juego sin descanso.
Con sus ocho finales al hilo (incluida varias con el Miami Heat), James se acerca a la mítica decena de Bill Rusell con los Celtics, y alimenta su leyenda de máquina de jugar al baloncesto y hacer mejores a los demás.
De hecho, silenció las recurrentes críticas a sus compañeros, acusados de medrar a la sombra del «King James», y enfatizó que siempre asumirá al basket como un deporte colectivo en el que cada cual juega su role.
LeBron se echó al equipo arriba para remontar un déficit 2-3 y eliminar a los Celtics en sus predios, donde estaban invictos este playoff, con tres victorias incluso sobre Cleveland en las finales del Este.
Además, los Cavs jugaron nuevamente sin Kevin Love, marginado por el protocolo de contusión de la liga tras un cabezazo con Jayson Tatum, aunque su lugar fue suplido de maravillas por Jeff Green.
Por si fuera poco, J.R. Smith despertó de su letargo y le endosó 12 puntos a Boston, que vendió cara su derrota y dejó una excelente impresión por llegar aquí incluso sin sus estrellas Gordon Hayward y Kyrie Irving.
A la tropa de Brad Stevens le falló la puntería desde el perímetro, pero su auténtico problema estaba en el equipo contrario: un LeBron James que de nuevo se impone en un séptimo partido de playoff, como si nada.
Nada podía frenar a quien sigue siendo el «Rey», ni siquiera el impotente abrazo de Marcus Morris, ni la provernial suerte de los duendes celtas: si acaso Golden State o Houston, el tiempo dirá.